Ni aranceles, ni anexiones: El error del Presidente Donald Trump

0
25

Por Felipe Martínez Reyes, administrador público y psicoeducador; ex consejero regional de La Araucanía

Las críticas más acérrimas no deben ser las que se dirigen al bando contrario, sino al propio. Si yo hubiera sido ciudadano estadounidense, habría votado por Donald Trump sin dubitar, es más, habría hecho campaña por él.

Sin embargo, dentro de las acciones y propuestas que ha suscrito el Presidente Trump y que considero favorables, hay muchas que las repruebo, las cuales deben ser relevadas para su extinción.

Según la legislación norteamericana, el Presidente tiene la facultad de establecer aranceles sin previa consulta al Congreso. Trump ha utilizado esta facultad como una herramienta para presionar a México, amenazando imponer aranceles de 25% a los productos de ese país si éste no se ocupa más apropiadamente de la inmigración ilegal y del tráfico de drogas en la frontera.

Lo mismo hizo Trump con Canadá. Resulta que ambos países han respondido favorablemente a las presiones del presidente americano, con el objeto de evitar la sanción arancelaria.

El objetivo se logró. No obstante, el mundo vio estupefacto cuando el Presidente Trump aplicó de forma efectiva los aranceles. Aunque luego Trump ha reculado suspendiendo los aranceles sobre México y Canadá hasta abril, hoy miércoles 12 de marzo, la Casa Blanca estableció aranceles de 25% para todo el mundo, gravando el acero y el aluminio. Si, es una barrera arancelaria mundial que nada tiene que ver con la inmigración o el narcotráfico.

Aunque esta medida específica afecta directamente a países como Japón, Australia y Alemania, es China el principal afectado entre todos, puesto que los chinos ya estaban pagando un impuesto de 20% que ahora al sumarse la nueva medida, la cifra ascendería a un 45% haciendo completamente inviable el comercio entre ambos países en esta materia. Se trata de una genuina guerra comercial, pero a nuestro juicio, una absurda guerra comercial.

Siempre, en todo tiempo y en todo lugar, un impuesto es una barrera, un escollo, una dificultad legal que afecta, que ha afectado y afectará a los consumidores. Por ello, promuevo rebajar los impuestos que actualmente tenemos en Chile. El punto en cuestión, es que el Presidente Trump pretende “hacer a América grande otra vez” aplicando medidas enajenadas que no contribuirán al crecimiento económico sino que producirán un estancamiento.

Los norteamericanos tendrán que pagar más, posiblemente un 25% más, en todos los productos que resulten afectados por esta medida, si es que entran al país tales productos como lo han hecho hasta ahora. Evidentemente, quienes más sufrirán las consecuencias de ello será la clase media.

Las razones que esgrime el Presidente Trump son propias de una mentalidad socialista, que remiten a un modelo fracasado, el proteccionismo, del cual sabemos tanto en América Latina y que pretende crear una industria nacional para competir con la extranjera estableciendo barreras arancelarias a los bienes extranjeros.

Chile tenía este modelo aplicado durante gran parte del siglo XX con resultados desastrosos, no supimos fortalecer nuestra industria nacional en aquel período. Mientras que Estados Unidos y Alemania se comían al mundo ofreciendo bienes muy preciados a costos accesibles, nuestro país se quedaba aislado sin ofrecer nada a nadie.

Fue un siglo perdido para Chile hasta que el Gobierno Militar y los gobiernos de la Concertación cambiaron la historia, tirando por la borda al fracasado modelo ISI (Industrialización Sustitutiva de Importaciones).

Hoy, los chilenos tenemos acceso a los mejores y más variados productos que produce el mundo como automóviles, electrodomésticos, herramientas eléctricas, así como, medicinas, frutas, verduras, carne y bebidas. Los acuerdos de libre comercio nos permiten vender nuestra fruta, nuestros salmones y nuestro vino, así como, litio, cobre y molibdeno, que tenemos en abundancia, mejorando gradualmente la economía de todos los chilenos hasta convertirnos en el país más desarrollado de América Latina.

Hemos revertido la situación inicial al cambiar de modelo. La experiencia chilena se suma a la de muchos otros países que reflejan lo errado de las barreras comerciales y que quienes más se ven afectados son los ciudadanos.

Estados Unidos no volverá a ser la fábrica mundial de automóviles aplicando aranceles al aluminio o al acero. Asimismo, no se convertirá en una gran nación por anexionar a Canadá, una idea que por si misma es irreproducible.

Un consejo final para el Presidente Trump: si pretende volver a ser el Sherif del mundo, se debe enfocar en aquello que está mal en el escenario mundial, no en aquello que está bien; el libre comercio, la paz con los países vecinos y la confianza en los acuerdos firmados, son activos que cautelan el bienestar y el orden mundial, evitando atropellos inusitados con intereses cuestionables mediante mecanismos obsoletos y reputados como fracasados, nos sorprende bastante la presente deriva pero, el daño que se está generando puede repararse, abandonen las malas ideas, aún confiamos en ustedes.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí