Nunca he leído la obra más famosa de J.J.R. Tolkien, “El señor de los anillos”, y no me da vergüenza decirlo. Sin embargo, he conversado con personas que sí tuvieron esta experiencia y también con la historia anterior del sudafricano,“El hobbit”. La mayoría afirmó que Peter Jackson no los había defraudado al llevar el libro a la gran pantalla.
Agregaron que el director logró la ambientación que requería el relato, con efectos especiales y un elenco a la altura. Aunque subrayaron que la cinta quedaba unos pocos pasos atrás a la obra literaria de heroísmo fantástico.
MEGA PRODUCCIÓN
En lo estrictamente visual siempre consideré la trilogía de “El señor de los anillos” como una solo filme de más de nueve horas, una de las producciones más ambiciosas de principios del siglo XXI. Las cintas se estrenaban cada año no existiendo espacios para el olvido, siendo el epicentro de la trama la destrucción del anillo único.
Con “La comunidad del anillo” (2001) fue fácil involucrarse con la historia del hobbit Frodo Bolsón, Elijah Wood y sus valientes aliados, y su misión de destruir el “Anillo maldito”. Y desde los épicos acordes de Howard Shore me abroché el cinturón para vivir esta alucinante aventura.
Con “Las dos torres” (2002) me convencí que era un filme de otro planeta, recuerdo el prólogo del filme anterior con ese grandioso plano de picos montañosos y la apocalíptica escena en que Gandalf, Ian McKellen, que luchaba con el dragón en las profundidades de Moria.
BROCHE DE ORO
Sin embargo, aún faltaba la espectacular “El retorno del Rey” (2003), recuerdo que algunas personas exageraron indicando que nunca habría otra producción mayor en emoción, grandiosidad y espectacularidad.
Tras varios años hice eco de estas palabras y luego de ver la trilogía de “Los Hobbies” que sí bien es espectacular, con correctas interpretaciones y combates, no supera a la epopeya de los anillos.
Regresando al cierre, Frodo llega a Mordor o el Monte del Destino para destruir del anillo, aquí los actores, principales y secundarios, están a un alto nivel. Cada uno ofrece una interpretación cargada de profundidad y mucha emoción.
Para muestra un botón, Pipin, Billy Boyd, en el acoso a las Minas de Tirith, junto a Gandalf brinda un profundo diálogo para un posterior análisis filosófico y espiritual sobre el significado de la muerte.
Sí bien disfruto con estas escenas, me quedo con la travesía de los hobbits y el extraño ser que se debate entre el bien y el mal. Gollum, Andy Serkis, quien en “Las dos torres” se echa la película al bolsillo.
El hobbit Sméagol, interpretado por el mismo actor, es el más afectado por la maldición del anillo. Por querer poseerlo se convierte en un zombie, un desterrado y esclavo del “tesoro” como él llama al anillo dorado.
Llegando a la meta tenemos una fuerte carga emotiva y no podía ser de otra forma; en esta línea dramática la película explota, con varios finales en un epílogo de 30 minutos.
Tras la secuencia de las águilas y un barrido de oscuridad en pantalla, el dolor queda atrás como un velero que desaparece en el horizonte de un vasto océano.
En mi mente quedan imágenes marcadas a fuego, majestuosos paisajes, aventuras, increíble banda sonora, buenas interpretaciones, efectos especiales y brutales batallas. Es el fin de la Tercera Edad, gracias a la alianza de hombres, enanos y elfos, enfrentados a las huestes de orcos lideradas por Sauron.
Sí bien todos estos elementos son grandiosos, me quedo con las sencillas escenas al acercarse el «The End», porque son irrepetibles y llegan al corazón, en esta entrañable historia de fantasía que no olvidaré, aunque el inexorable paso del tiempo siga su marcha.
Por AForceParaCinema.-