Por Felipe Martínez Reyes, administrador público y psicoeducador. Ex consejero regional de La Araucanía
Lo acontecido en Trehuaco, región de Ñuble, es de la máxima gravedad. Una profesora fue internada por fuertes golpes en su cabeza debido a la agresión emanada de un alumno autista.
Según dice el padre del alumno, nunca antes se había presentado una situación de violencia de parte del niño, de 14 años, lo que ha causado estupor en ellos como familia, así como en toda la comunidad educativa. La noticia ha tenido resonancia en todo el país.
Este hecho pone de manifiesto una vez más, que la intención del ministerio de Educación de que los alumnos con funcionamiento neurológico atípico o divergente participen de un colegio compuesto en su mayoría por alumnos típicos a nivel neurológico, es un error.
Por mucho que los equipos PIE se esfuercen, no verán resultados efectivos entre los alumnos con TEA, no por razones profesionales sino estructurales, me explico a continuación
Según José Ramon Alonso, para trabajar adecuadamente con un estudiante autista se deben cautelar los siguientes aspectos: otorgarles una agenda definida que les permita prever lo que acontezca después, mantener una rutina estructurada sin insurgencias, evitar ruidos molestos, evitar todo tipo de lenguaje que no sea literal y concreto, y adaptarse lo máximo posible al alumno, entre otros consejos.
A nuestro juicio, considerando la dinámica y volatilidad que existe en el aula como fuera de ella, es imposible cumplir con esas recomendaciones desde el interior de un establecimiento ordinario, o simplemente, se estará poniendo una carga casi imposible para los profesionales a cargo.
Además, todo el profesorado debería adaptar sus procedimientos para un solo estudiante, lo cual complejiza aún más el ejercicio de la docencia. En el caso en cuestión, la profesora no puso en relación estos factores o consejos, experimentando consecuencias lamentables, pero, no ha sido del todo su culpa, sino del sistema mismo de educación que tenemos en Chile.
Se tiene que volver a dar importancia a las escuelas especiales, o como sea que se llamen. Tales colegios deben brindar una oportunidad adaptada a las necesidades de los estudiantes con TEA, como tener una estructura con el condicionamiento acústico necesario, desarrollar diariamente una rutina definida y por supuesto, que cuente con profesores competentes.
Que se pueda brindar una atención especializada sin los agentes estresores del sistema educacional ordinario es un derecho de la comunidad neurodivergente. Tales colegios deben estar presentes allí donde exista demanda, cubriendo una mayoría de comunas en todo el país.
Para aquellos que crean que este modelo es segregador o discriminatorio, les sugerimos revisar la actualidad ¿Acaso los niños con TEA no sufren bullyng? Ciertamente ellos son confinados al ostracismo, no son el centro de la atención y cuidado, muy por el contrario, debido a que se les debe brindar un abordaje distinto, a veces son un problema.
Mis disculpas por la franqueza. Pero, nuevamente insisto, la razón de esta realidad tan paradójica como inhumana es la terquedad y nula capacidad de innovación de nuestro sistema escolar estatal. Trabajaremos para que esta realidad cambie definitivamente.