Conectada a un ventilador mecánico y aferrándose a la vida permanece internada en el Hospital Regional de Temuco, Rosa María Carrasco Barra (de 51 años) quien hace tres años se desempeñaba como auxiliar de aseo del Hospital de Gorbea, donde hace unas semanas se detectó un brote de Covid-19.

Su familia no quiere que esta madre de tres hijos (Catalina de 20 años, Manuel de 18 y Arody de 11 años) siga los pasos de Lorena Durán, la joven madre del Consultorio de Lastarria en Gorbea, que murió tras agonizar por semanas en el Hospital Regional de Temuco.

Catalina Cea relata que luego del brote de Covid-19 detectado en el Hospital de Gorbea, se ordenó que los funcionarios del recinto fueran sometidos al examen de PCR y el 23 de octubre su madre –quien trabaja para una empresa externa–  fue informada que había dado positivo, por lo que de inmediato fue enviada a cuarentena al domicilio.

“Mi madre comenzó con síntomas el 23 de octubre, estuvo once días en la casa, prácticamente sin que ningún médico la llamara o la viniera a ver, en los últimos días su situación empeoró, el 03 de noviembre la visitaron y le encontraron muy bajo su ritmo cardiaco, tenía una tos muy fea y se la llevaron con oxígeno al hospital”, recuerda.

La molestia de la familia pasa porque en ningún momento se le hizo un seguimiento a Rosa Carrasco para ver cómo estaba evolucionando frente al virus, no hubo llamados telefónicos ni menos visitas domiciliarias, sólo hasta el último instante, cuando ya poco se podía hacer, el virus la había atacado con furia.

Rosa Carrasco junto a sus hijos, quienes esperan tenerla de regreso en casa lo antes posible.

Catalina sostiene que “el estado de mi madre es crítico, le están fallando los dos pulmones, aparecieron problemas cardiacos y desde hace un tiempo sufre de obesidad, pese a todo eso, la dejaron sola en la casa, prácticamente abandonada, vinieron a verla porque ella llamó al Hospital de Gorbea”.

Al interior de un inmueble en Villa Los Sembradores, Catalina, sus hermanos y su pareja, permanecen en cuarentena, sin poder visitar a su madre en el hospital, solo reciben el llamado diario de un médico que les entrega las novedades sobre el estado de salud de la jefa de hogar.

La joven cuenta que tras diversos intentos lograron que se les hiciera el PCR, precisando que su hermano Manuel dio positivo a Covid-19, por lo que se encuentra confinado en una habitación del inmueble, esperando que lo trasladen a una residencia sanitaria.

“Vamos a tener que pedir nuevamente el examen de PCR porque estamos viviendo con mi hermano que dio positivo y perfectamente podemos estar contagiados, porque aún no lo llevan a una residencia sanitaria”, dice.

Jairo Contreras, pareja de Catalina, cuenta que no saben aún por qué su suegra no fue trasladada en forma inmediata a una residencia sanitaria, como se hace en estos casos.

“A mi suegra nunca la vinieron a ver a la casa, pese a que sabían que era una paciente que había dado positivo a Covid-19 en un examen que el propio hospital le practicó, ni siquiera vinieron a tomarle la temperatura, jamás la trasladaron a una residencia sanitaria”, afirma Jairo.

El golpe para esta familia también ha sido duro en lo económico, porque el sostén del hogar es Rosa Carrasco. Pese a la compleja situación familiar cuentan que estos días se han sentido apoyados por los funcionarios de Salud, quienes se han preocupado de llevarles alimentos y apoyo en dinero para pagar los insumos básicos.

La últimas vez que Catalina y sus hermanos hablaron con su madre fue a las 22.30 horas del 03 de noviembre, cuando a través de un llamado telefónico les informó que sería sometida a un coma inducido y conectada a una ventilador mecánico, del que aún no sale.

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