La Federación Aérea de Chile condenó el ataque incendiario ocurrido la madrugada de este lunes en el Club Aéreo de Curacautín, el cual dejó tres avionetas destruidas y que se adjudicó -en su autoría- la Resistencia Mapuche Malleco, señaló BiobioChile.cl.
Por medio de un comunicado, la Fedach definió lo ocurrido como un “ataque sin sentido” y un “hecho repudiable de la mayor gravedad”.
“Este ataque es un atentado al país y la comunidad de Curacautín, ya que este recinto es parte de la red nacional de aeródromos del país, que presta múltiples servicios a los habitantes de esa zona, entre ellos, cuando se requiere en situaciones de emergencia o catástrofes”, añade la misiva.
Además, el texto apunta que “como representantes de la aviación civil, estamos consternados con lo ocurrido y con las imágenes de video que muestran las aeronaves en llamas”.
En esa línea, expresaron que “será muy difícil recuperar esas aeronaves que resultaron destruidas, ya que adquirir unas nuevas tiene un alto costo, y quienes son parte del Club, lo hacen con mucho esfuerzo y un gran compromiso, pero no cuentan con los recursos para su reposición”.
Asimismo, manifestaron que el hecho constituye una “pérdida invaluable, porque son aviones que están disponibles para situaciones de emergencia o necesidad de la comunidad, como realizar traslados de personas que lo requieren con urgencia, o para el combate de incendios forestales, cuando ocurren catástrofes naturales o incluso, como se dio para el traslado de vacunas contra el covid-19 a zonas remotas”.
Finalmente, acotaron que -como Fedach- esperan que “las instituciones pertinentes adopten las medidas necesarias para que un hecho de esta naturaleza no se repita”.
EL ATAQUE
Fue pasada las 04:00 horas de este lunes en el Club Aéreo de Curacautín, en dirección a Victoria, que el vigilante del recinto se percató que cuatro personas abandonaban el predio y que tres avionetas se estaban quemando.
Las naves destruidas corresponden a un avión monoplaza Beechcraft, propiedad del Club Aéreo de Curacautín y que había sido adquirido el 2018 en Estados Unidos con el esfuerzo de los 22 socios de la agrupación; a lo que se suman otras dos aeronaves pequeñas, propiedad de particulares que las habían dejado en el hangar donde se concretó el ataque.