Más de seis mil estudios científicos fueron revisados para dar forma al mayor análisis global hasta la fecha sobre un fenómeno creciente pero poco explorado: el impacto que tiene en los niños el uso de pantallas (celulares, tablets, entre otros) por parte de sus padres mientras comparten con ellos.
El trabajo, liderado por el investigador chileno Marcelo Toledo-Vargas, titulado de la Universidad de La Frontera, fue publicado en JAMA Pediatrics, la revista científica más influyente del mundo en salud infantil.
Estudios han mostrado que más del 70% de los padres usa dispositivos con pantalla mientras juega o come con sus hijos, y que el 89% realiza esta conducta al menos una vez al día. “Es una práctica normalizada, pero eso no significa que sea inocua”, señala Toledo-Vargas.
El análisis detectó asociaciones entre el uso de pantallas por parte de los adultos y una mayor prevalencia de conductas externalizantes (como impulsividad o agresividad), internalizantes (como ansiedad o retraimiento), menor desarrollo prosocial, menor apego emocional y peor rendimiento en funciones cognitivas como atención o autocontrol. También un mayor tiempo frente a pantallas en los propios niños, lo que puede vincularse a sedentarismo y otros problemas de salud.
“Cuando madres y padres usan el celular frente a sus hijos menores de cinco años —en la comida, durante el juego o en momentos clave del día—, los efectos sobre el desarrollo infantil son negativos: aumentarían los problemas de conducta, disminuye el apego, se deteriora el desarrollo cognitivo y se incrementa el tiempo de pantalla en los propios niños”, resume el líder del análisis y añade: “aunque los efectos que encontramos son estadísticamente pequeños, la consistencia de los resultados es lo que más me impresionó. Hay un patrón claro de impacto negativo en el desarrollo de los niños cuando sus cuidadores están distraídos por la tecnología”.
Lo novedoso
La exposición a pantallas en los propios niños ha sido ampliamente estudiada en la última década. Lo novedoso de este trabajo es que por primera vez se analiza de forma sistemática el uso de pantallas de los adultos en presencia de sus hijos pequeños.
Este comportamiento, conocido como technoference, comenzó a estudiarse recién en 2016 a partir de estudios pequeños y observacionales. Esta revisión liderada por Toledo-Vargas es importante porque cuantifica a gran escala sus efectos.
La muestra final, tras la revisión de miles de estudios, incluye 21 investigaciones con más de 14.900 niños de entre 0 y 5 años, en diez países. La mayoría de los estudios fueron realizados en contextos de ingresos altos, aunque los hallazgos muestran una tendencia transversal: cuando los adultos interrumpen sistemáticamente la interacción con sus hijos por mirar el celular u otros dispositivos, los niños reciben menos estimulación, menos respuesta y menos contención.
Toledo-Vargas subraya que el propósito del estudio no es culpar a madres y padres, sino ofrecer información útil. “Es entendible que los dispositivos sean una vía de escape frente al estrés cotidiano. Pero también es importante saber que hay momentos —como el juego, las comidas o el antes de dormir— en que dejar el celular de lado puede marcar una gran diferencia en el vínculo con los hijos y su desarrollo”, explica.
En Chile
Aunque la investigación no incluye datos locales, Toledo-Vargas participó de un proyecto junto al equipo UFRO Actívate, liderada por el investigador Nicolás Aguilar, para relevar esta conducta en familias chilenas. Dicho estudio preguntó a más de tres mil cuidadores principales de niños menores de cinco años cuántos días a la semana utilizaban dispositivos con pantalla durante actividades específicas con los niños.
Los resultados mostraron que un 25% reportó utilizar un dispositivo con pantalla al menos cuatro días por semana mientras jugaba con el niño y uno de cada cinco durante la rutina antes de dormir. “Chile es un país altamente digitalizado, con altas tasas de conexión, por lo que esperamos que esto sea un primer paso para generar evidencia local que sirva como base para políticas públicas”, plantea.
En su editorial acompañando la publicación, la académica Sarah Coyne de la Universidad Brigham Young destaca el valor del estudio chileno: “Este trabajo pone sobre la mesa preguntas clave sobre el rol de la tecnología en la vida familiar. La evidencia es clara: cuando la atención de los padres se divide constantemente, se pierden oportunidades esenciales de conexión, juego y aprendizaje”.
Toledo-Vargas espera que este estudio contribuya no solo al mundo académico, sino también a abrir conversaciones urgentes en hogares, jardines infantiles y servicios de salud. “Los niños no necesitan padres perfectos. Pero sí necesitan adultos presentes”, concluye.