A ratos, Dahianna Pereira Soto (de 22 años), mira hacia la puerta de su departamento en Temuco esperando que en cualquier momento ingrese su esposo, pero eso no pasará y ella lo sabe. Su cónyuge, el cabo segundo de Carabineros, Eugenio Naín Caniumil (24) fue asesinado con un arma de guerra mientras patrullaba el sector de Metrenco, en la comuna de Padre Las Casas, en La Araucanía.
Naín Caniumil ingresó a la institución luego de postular al grupo de Formación Ancud el 16 de enero del 2016 y su primera destinación fue en la Tenencia Carelmapu, dependiente de la Tercera Comisaría Maullín, en la región de Los Lagos
El 9 de febrero del 2018, contrajo matrimonio con Dahianna Pereira Soto, con quien tiene dos hijos, Ulises de seis años y Trinidad de tan solo nueve meses. Todo marchaba bien, a tal punto que por su buen desempeño Eugenio Naín es trasladado a la Segunda Comisaría de Temuco el 29 de marzo del 2019.
La mañana del 30 de octubre del 2020 será difícil de olvidar para esta joven madre. Ese día el jefe de hogar conducía la patrulla 2695 de la Prefectura de Carabineros de Cautín y su superior, el teniente coronel Cristian Fernández Opazo, le solicitó que se trasladaran hasta el kilómetro 692 donde desconocidos habían levantado barricadas tras el desalojo del predio “Quinta Ritz”.
Allí fueron emboscados por un grupo de 10 sujetos, quienes dispararon en contra del vehículo policial, utilizando armamento de guerra. El cabo segundo Eugenio Naín recibió un impacto balístico de 5.56 milímetros, que le destrozó varios órganos, provocándole la muerte mientras recibía atención médica.
Han pasado dos meses y cuatro días del crimen del cabo segundo Eugenio Naín y aún no hay detenidos ni imputados. La investigación la lleva el Ministerio Público junto al personal del OS-9 de Carabineros. Pese a ello la cónyuge del cabo segundo confía en el trabajo policial que se está desarrollando.
“Yo confío en el trabajo que está desarrollando el personal del OS-9 de Carabineros, meto las manos al fuego por ellos y espero que pronto haya resultados”, afirma la viuda de Naín.
En esta entrevista, Dahianna Pereira Soto habla de lo complejo que ha sido enfrentar el crimen de su esposo, de lo difícil que es ser esposa de un carabinero en servicio y del apoyo que ha recibido en estos momentos difíciles.
UNA PESADILLA
–¿Esperaba que la investigación por el crimen de su esposo tuviera resultados pronto?
–Sí, yo esperaba que esto se resolviera en menos de un mes, pero sé que es larga la investigación. Yo estoy conforme con el trabajo que está desarrollando el OS-9 de Carabineros”.
–¿Qué ha sido lo más duro tras el asesinato de su cónyuge?
–Lo más duro es cuando llega la noche o cuando uno despierta en la mañana y él no está, no poder verlo jugar con sus hijos. Extraño su llamada antes de venir a almorzar, diciéndome qué quería de almuerzo.
–¿Qué le diría a los sujetos que hicieron esto?
–Que tengo rabia, que se metieron con el carabinero equivocado, que gracias a ellos mis hijos quedaron sin papá. Para mí son unos asesinos.
–¿Cómo era su esposo?
–Un hombre intachable, preocupado de sus hijos, preocupado de mí, amoroso, tierno, siempre me repetía que me amaba, no tenía maldad en su corazón.
–¿Se ha sentido apoyada en este proceso?
–Sí, me he sentido apoyada, no me han dejado sola, especialmente sus colegas, compañeros de la escuela de formación.
–¿Qué es lo último que recuerda de su esposo?
–La noche anterior, me dijo hartas cosas, que me amaba, que si le pasaba algo tenía que cuidar a nuestros hijos. Me preguntaba qué haría yo si le faltaba un brazo, si lo iba a amar igual, jugó mucho con sus hijos. Nos ayudó a terminar unas canastas de dulces para venderlas en la noche de Welloween. Estaba contento porque habíamos vendido varias por las redes sociales. Al otro día se levantó temprano a trabajar, le dio un beso en la frente a su hija, otro a mí y me dijo: nos vemos más tarde y no supe más de él.
–¿Cómo se enteró de lo que había pasado?
–Mis vecinos me avisaron, ellos también son funcionarios y en el grupo de WhatsApp alguien informó que le habían disparado al cabo Naín. De ahí me fui al Hospital Regional, pero ya había fallecido.
–¿Su esposo le comentaba que la región se estaba colocando violenta y que era riesgoso salir a trabajar?
–Sí, el siempre me hablaba de su pega, estaba cansado, pero a él le gustaba. Siempre en los días del estallido social llegaba apenado porque la gente le decía muchas cosas, pero siempre me decía que había mucha violencia, especialmente en la Ruta 5 Sur.
–¿Qué le parece que su marido no haya portado chaleco antibalas el día en que fue abatido?
–Efectivamente él no llevaba ningún elemento de protección y me parece mal porque si hubiese llevado chaleco quizás se hubiese salvado, hubiese estado aquí con nosotros.
–¿Podrá recibir la pensión de viudez?
–Sí, se están haciendo todos los papales para que pueda recibir su pensión, él ya fue ascendido a suboficial mayor.
–¿Los compromisos que asumió con usted el exgeneral director de Carabineros y algunas autoridades políticas se están cumpliendo?
–Sí, se están cumpliendo, una beca para mi hijo y un subsidio para buscar casa, yo aún estoy en departamento fiscal, pero pronto tendré mi casa propia.
–¿Cuál es la lectura que hace de la violencia que hay en La Araucanía?
–Me da rabia que esos mismos grupos apoyen a las personas que mataron a mi marido. Me daba pena ver a mi marido sacándose la cresta, yo le decía: me gustaría salir y decirle a toda esa gente que detrás de un carabinero hay una familia. Da rabia, da impotencia el no poder hacer nada, él varias veces quiso tiras la toalla, pero yo lo apoyé para que no abandonara su trabajo.
–¿Cree que la violencia que se vive en La Araucanía se le escapó de las manos a las autoridades?
–Sí, los carabineros están solos y la gente se aprovecha. Me gustaría que esa gente dé un paso al costado y dejen de hacer destrozos.
–¿Ha soñado con su marido?
–Sí, en tres ocasiones. El primer sueño fue que estaba en un patio cavando una tumba y él me decía: cava más profundo, debes seguir buscando, pero no le veía su cara. En el segundo sueño soñaba que alguien me tomaba el brazo y era él, que me decía que tenía que estar tranquila, que todo terminará pronto. Y el tercer sueño, yo estaba en una casa repleta de gente, donde él llegaba vestido de Carabinero y me besaba, me decía que no se había ido, que estaba conmigo.
–Si pudiera cumplir un sueño ¿Cuál sería?
–Que él estuviera acá. Es difícil despertar en la mañana y que él no esté.
–¿Fue difícil esconder el dolor por la ausencia de su marido en estas Fiestas de Fin de Año?
–Fue muy difícil, he llorado mucho. Teníamos tantos proyectos juntos. Mi esposo soñaba con tener su casa con un patio grande para jugar con su hijo, un auto, instalarse con un negocio para vender ropa, maquillaje, para que no nos faltara nada.
–¿Qué es lo que más extraña de su esposo?
–Su sonrisa, sus carcajadas, sus bromas, todo. Ha sido difícil ver a mi hijo que pregunta por su padre y decir que quiere que su papá esté vivo. A veces, cuando tengo problemas, cuando me siento sola, lo extraño mucho porque él siempre me abrazaba y me decía que nunca me dejaría sola, eso me reconfortaba.
–¿Qué le pide a los tribunales de Justicia?
–Quiero que se haga Justicia por el asesinato de mi marido, confío en el trabajo que está haciendo Carabineros y la Fiscalía.
Hoy, Dahianna Pereira Soto cumple 23 años y cuenta que los celebrará visitando a su esposo en el Cementerio Monte Verde de Temuco, esperando que esa tan esquiva Justicia llegue pronto para que los responsables del crimen de su cónyuge paguen con cárcel.