Por Andrés Forcelledo Parada
Para quienes admiramos la trilogía más famosa en la historia del séptimo arte existe expectación por visionar los cambios anunciados por Francis Ford Coppola para “El padrino: Parte III” (1990), que tendrá un nuevo principio y final, escenas reacomodadas y material inédito rigurosamente restaurado fotograma a fotograma.
La nueva versión, “Mario Puzo’s The Godfather, Coda: The Death of Michael Corleone, tendrá un estreno limitado en cines a fines de este año, justamente cuando se cumplen 30 años de la versión original; luego pasará a plataformas streaming para todo el mundo.
Recordar que Coppola y Mario Puzo, autor del bestseller “El padrino”, siempre quisieron titular este cierre como “La muerte de Michael Corleone”, sin embargo,ante las disposiciones de los directivos de Paramountquedó definitivamente como “The Godfather: Part III”.
Para Coppola el castigo que experimentó el nuevo padrino en la segunda entrega fue insuficiente; el precio a pagar por sus pecados era aún mayor, algo más fuerte que la muerte, un profundo dolor que solo superaría en su amada Sicilia, Italia.
Según la obra de Puzo “Cada hombre tiene escrito su destino” y el de Michael también lo estaba, incluso antes de nacer. Al arrancar la trilogía él era un joven tranquilo que se alistó en el ejército y sirvió a su nación por adopción durante la Segunda Guerra Mundial.
El menor de los Corleone se había prometido nunca inmiscuirse en los negocios de la familia, porque estaban fuera de la ley; él quería forjar su propio futuro, decisión que lo distanció incomprensiblemente de su padre por mucho tiempo.
Sin embargo, por circunstancias del destino tuvo que renunciar a sus sueños para tomar los hilos de los “negocios familiares” y cargar el peso de una vida que no eligió y que lo marcaría para siempre.
TERCER ACTO
En la tercera parte Michael hace un Mea culpa, busca rehabilitarse socialmente y legitimar todas las posesiones de la familia negociando con el Vaticano a través de un importante conglomerado europeo.
Sin embargo, aquí se encuentra con un tipo de corrupción a otro nivel, en que políticos, banqueros y altos eclesiásticos están confabulados con la mafia y negocios sucios.
A esta altura el líder de los Corleone está enfermo y cansado, en ese momento aparece alguien que podría hacerse cargo de los negocios; Vincent Mancini, Andy García, hijo ilegítimo de su hermano Sonny, parece ser el hombre indicado, porque Michael no puede con esta carga.
Independiente de los cambios que incidirán positiva o negativamente en esta historia iniciada por Coppola en 1972 con Marlon Brando a la cabeza, la parte final tiene grandes momentos gracias a un inmejorable guion, montaje, interpretaciones, banda sonora y suspenso.
Algunos seguidores de la trilogía quedaron inconformes con este final, otros afirman que el cierre definitivo fue la notable segunda parte de 1974 que presenta dos historias paralelas: el origen de Vito Corleone y cómo construyó su imperio; y la lucha de Michael por preservar los intereses de la familia.
Sin embargo, era necesario un broche de oro para esta historia con aires de tragedia griega que tiene un final alucinante, tan extraordinario como la obra “Caballería rusticana” que disfruta el público en el teatro, instante en que Coppola fusiona el mundo shakesperiano y el operístico, que seguro estarán presentes en esta definitiva versión.