Doy para que des. Así de simple la locución latina y una posible equivalencia de significado, así de cortita, de manera directa. Ya señalaba en una columna anterior que podemos reinterpretar la expresión latina como que es necesario dar para que este acto se imite. De su cincuentena de acepciones en el diccionario académico, dar es, esencialmente, donar, entregar. Dar es el comienzo, la génesis; recibir, por tanto, es el acto que sigue, alguien recibe, y esta acción se repite, se replica, dar nuevamente, dar algo de lo recibido. No es necesario dar de inmediato, no es necesario dar en igual proporción o medida. Dar en la medida de lo posible. Y no ha de ser dar materialidad. Quizás lo dado es inmaterial, intangible, pudo ser un gesto, un saludo, una congratulación, una enseñanza. Y lo dado causó agrado, provocó alegría, quizás felicidad, y lo recibido se puede extender, se debe irradiar. Entonces, “do ut des” es, en un sentido, un tránsito, una mediación, una intermediación, algo así como algo por algo.
En una ocasión, en realidad, en más de una ocasión, luego de una clase de gramática, quizás, y en medio de, a mi parecer, una apreciable satisfacción de lo mediado, de lo aprendido, en el protocolo de cierre de la clase y antes de la salutación de despedida, les dije a mis circunstanciales estudiantes, con relativa solemnidad:
– “Id, id y multiplicaos”.
Algunos se extrañaron, otros fruncieron el ceño, unos pocos sonrieron levemente. Creo que entendieron. Sin embargo, el mensaje ameritaba una aclaración, en especial antes de que se retiraran.
Y les aclaré, les “traduje” lo expresado:
– Lo que quise decirles esta vez es, “Vayan, vayan y multipliquen lo que han aprendido”. La idea es que lo que hoy han aprendido, lo irradien, lo conviden, lo enseñen, lo regalen, lo multipliquen, lo den. El prójimo aguarda. El discípulo espera.
En esta aldea global, unos y otros, quienes la conformamos nos necesitamos. Uno, yo, es nadie sin el otro, sin el tú, sin el prójimo. Tú y yo se necesitan, se reclaman. Uno se completa con el otro, y viceversa. Construyamos nostridad. Capisci?
Todos tenemos algo para dar, todos. Un saludo, una palabra buena, una expresión de gratitud, una buena noticia, una respuesta, un buen deseo, una buena acción, caminar juntos, dar una mano, quizás las dos,… tanto. La idea es que este dar se replique, se multiplique, continúe, que sea una verdadera cadena, un sinfín.
Doy para que des. Espero que no canse el repetirlo. Si lo reitero es en la confianza de que se asiente la idea, que pase del ser al hacer, que se concrete, que sea una evidencia. Querer es poder, también. Es sencillo, nada complejo. Si cada uno de nosotros se ocupara, nos ocupáramos periódicamente, día a día, de un buen gesto, sin necesidad de vocearlo a los cuatro vientos, otro gallo cantaría. Sería diferente ese día, haríamos que ese día sea diferente, en especial para el tú, para el prójimo.
Comencemos con gestos, saludos, actitudes, respuestas, gentilezas, acciones, nada material. Al término del día, recapitulemos, revisemos nuestra agenda de daciones. La idea es sorprendernos.
¡Todos estamos invitados!