Es sabido el contexto sanitario y las consecuencias para el tejido educativo. Adecuar las prácticas pedagógicas trajo cuadros tan gráficos como el reemplazo de cuadernos y mochilas por pantalla e internet.
Se han realizado justos análisis que muestran las desventajas de esta modalidad, tanto en estudiantes como docentes y si a eso le sumamos las problemáticas económicas regionales, el escenario se ve aun peor.
No obstante, esta “virtualidad de emergencia” también nos ha traído ventajas que no debemos despreciar. Actividades académicas como conversatorios, charlas, talleres, seminarios y congresos a escalas nacionales e internacionales tenían costos económicos asociados imposibles de sostener para muchas personas en presencialidad, hoy todo ello está a un clic de distancia permitiendo compartir conocimientos desde distintas latitudes del mundo en pro de una educación más afectiva y efectiva.
Como si eso fuera poco, el contexto nos ha hecho comprender que el rol del docente en un paradigma constructivista e integracionista, es mediador, guía y líder, del proceso de enseñanza – aprendizaje y el estudiante el actor relevante, constructor de su propio conocimiento. Clave en esto es la consideración de los conocimientos previos del educando, su acervo cultural y el contexto sobre el cual se produzca el proceso educativo.
Con esto, toma sentido la frase del personaje de cuyo autor no requiere cita – “lo esencial es invisible a los ojos” – Y cómo no, si esta pandemia nos ha enrostrado todo el mundo asociado a las TICs que obviábamos, pero que debemos potenciar para generar en clases, un ambiente interesante de aprendizaje, donde, por medio de metodologías activas, se desarrollen al máximo las potencialidades de estudiantes y docentes.
En resumen, Benedetti arroja la más acertada frase en mente hoy – “cuando creímos que teníamos todas las respuestas, cambiaron todas las preguntas” – Las competencias sociales cobran nueva relevancia, prima la adaptación a los nuevos contextos de aprendizaje, la confianza en la innovación, el compromiso con la vocación docente y la consciencia social para empatizar con las múltiples realidades de estudiante. Esta pandemia pasará, pero no debemos dejar pasar los aspectos positivos que aprendimos en este trágico proceso y seguir utilizando como complemento las herramientas virtuales que, de seguro, ahora estarán con mayor madurez.