Como dirían en México “Que chingona película”, una de las mejores del nuevo cine azteca que renació a principios del 2000 con el debut de Alejandro González Iñárritu, quien repetiría esta fórmula de relatos en “21 gramos” (2003) y “Babel” (2006).
Fue tan sorprendente el debut de “Amores perros” que fue nominada a varios premios internacionales, incluso al Oscar a Mejor Película de habla no inglesa, aunque “El tigre el dragón” se llevó la estatuilla dorada.
Catorce años más tarde llegaría la consagración del mexicano con un Oscar a Mejor Director y Mejor Película con “Birdman” (2014); y un año después con “El renacido”, nuevamente ganó el premio a Mejor Director.

Una carrera meteórica llena de distinciones para quien realizó un cine de alto nivel y que siempre solicitó la bendición de Dios al inicio de cada proyecto en compañía de los involucrados. Y tras finalizar el rodaje reunía de nuevo a todo su equipo para agradecer la protección divina.
FATALIDAD DEL DESTINO
“Amores perros” es el grito desesperado de Ciudad de México, donde viven cerca de 20 millones de almas, una de las capitales más pobladas del mundo.
Un trágico accidente de tránsito es el epicentro de tres destinos que tienen en común el afecto incondicional al “mejor amigo del hombre”, motor de este mosaico de González que con cámara en mano brinda a cada historia un matiz cercano al documental con descarnadas imágenes.

La primera de estas historias “Octavio y Susana”, un amor imposible; “Daniel y Valeria”, el derrumbe de la belleza, y “El Chivo y Maru”, la frustración tras la mentira, la miseria humana y el asesinato.
En cada capítulo la relación de los personajes y sus perros es profunda; los animales se convierten en dueños de sus amos y viceversa, y cumplen, además, un papel fundamental en la historia.
Por ejemplo, Octavio, Gael García Bernal, papel que lo lanzó a la fama, se enamora de la esposa de su hermano, Susana, Vanessa Bauche, que es la motivación de su vida. Un perro será el instrumento para sus planes.
Por otra parte Daniel, Álvaro Guerrero, empresario de comunicaciones, deja a su mujer y familia para vivir con la hermosa modelo española Valeria, Goya Toledo, cuya mascota cumple un papel importante en su vida.
Y “El Chivo”, Emilio Echeverría, un mercenario quien estuvo en la guerrilla con el objetivo de cambiar el mundo, razón por la cual abandona a su esposa e hija. Fracasa en esta aventura y se convierte en sicario y vagabundo. Su única compañía son sus incondicionales perros.
Por Andrés Forcelledo Parada.-