Hace algunas décadas en una de esas madrugadas de insomnio vi en televisión “Toro salvaje” (1980) del director Martin Scorsese. Aunque la disfruté, pasó un tiempo para que pudiese apreciar en toda su magnitud y brutalidad.
Más tarde tuve la oportunidad de verla en un ciclo especial de Robert De Niro en el auditorio de la Universidad Católica de Temuco. En aquella ocasión la cinta emergió con toda su crudeza y violencia argumental, quedando marcada a fuego en mi memoria visual.
BIOGRÁFICA
Es más que la historia del campeón mundial de peso mediano de la década de los cuarenta, Jake LaMotta, De Niro, inspirado en el libro escrito por el mismo pugilista, quien falleció el 2017.
Es un descarnado relato sobre la condición humana, la autodestrucción, soledad, paranoia y lucha con los demonios internos de su protagonista.
El auge y descenso a los infiernos de esta leyenda del boxeo quien llegó a coronarse con el título mundial de su categoría. Un hombre que alcanzó la gloria y fama, pero igual abrazó el fracaso y la decadencia.
El filme atrapa desde los créditos iniciales con los acordes de la ópera Cavalleria Rusticana, de Mascagni. Una memorable imagen de LaMotta antes de enfrentar a su adversario, notable fotografía de Michael Chapman, asiduo colaborador de Scorsese.
DE NIRO SOBERBIO
“Toro salvaje” está a años luz de otras joyas del boxeo: “Rocky” (1976), “El campeón” (1979), “The Hurricane” (1999), “Million dollar baby” (2004) y “Cendirella man” (2005), por mencionar algunas.
De Niro en su papel más personal, fue el cerebro del proyecto y estuvo un buen tiempo tratando de convencer a Scorsese para realizar su sueño de personificar al boxeador, interpretación que le valdría el segundo Oscar de su carrera como Mejor Actor.
El actor se sumergió en el personaje hasta extremos inimaginables, preparó su físico hasta alcanzar la musculatura de un púgil de peso mediano; aprendió a boxear en forma competitiva e incluso ganando varias peleas por nocaut.
El mismo La Motta, asesor del actor, llegó a afirmar que De Niro estaba en inmejorables condiciones físicas para disputar el título mundial de la categoría, cosa que sorprendió a muchos.
Sin lugar a dudas que fue una entrega cien por ciento que sobrepasó todos los métodos de actuación, un trabajo desde las entrañas con una rigurosa preparación física y mental.
Además está la etapa decadente de La Motta en lo profesional y personal en que De Niro aumentó 27 kilos a su peso normal, logrando un aspecto realmente grotesco en pantalla.
Se suma a este elenco Joey Pesci, Joey, hermano y manager de La Motta; aquí nace la dupla De Niro-Pesci con cintas donde alcanzan instantes memorables como en “Buenos muchachos” (1990) y “Casino” (1995).
Y está Cathy Moriarty, Vicky, esposa de La Motta; su belleza angelical gatilla los celos incontrolables y necesidad de control del pugilista que lo lleva a extremos inimaginables.
Por Andrés Forcelledo Parada.-