Hay actores que se transforman en leyendas al encarnar a personajes que los marcaron para siempre. Nacieron para interpretar estos papeles, incluso algunos no lograron superarse, porque dejaron la vara muy alta.

Rick Blaine (Humprey Bogart), “Casablanca” (1941); Vito Corleone (Marlon Brando) “El padrino” (1972); Jacke La Motta (Robert De Niro), “Toro salvaje” (1980); Alex (Malcolm McDowell), “La naranja mecánica” (1976), son claros ejemplo, la lista es larga.

Son actores irremplazables como es el caso de Harvey Keitel en “Bad Lieutenant”  o “Teniente corrupto” (1992), de Abel Ferrara, película que supera por un par de escalones a la imprescindible El rey de Nueva York” (1990) del mismo cineasta.

FERRARA INCORRUPTIBLE

El polémico director italoamericano muestra la cruda y oscura paranoia urbana de Nueva York, comparable a la que presenta Martin Scorsese en “Taxi Driver” (1979).

Ferrara exhibe la crudeza de la ciudad, aquella que Hollywood siempre disfraza de un glamour que no existe. “La gran manzana” es lúgubre, la ley está con la mierda hasta el cuello y los policías superan en corrupción a los delincuentes que persiguen.

El director ofrece un cine honesto en que vemos la historia de un policía que está en franca autodestrucción, llegó a solidarizar con él, porque da lástima su mala racha y su estado.

PECADOS y REDENCIÓN

El teniente está en el abismo, un hombre adicto al crack y la cocaína. Abusa de su poder a cada instante, es un ser en decadencia que no le interesa su familia y sólo espera un milagro en las apuestas.

Al policía neoyorquino le importa un rábano su placa, es la antítesis de Frank Serpico en “Serpico” (1973) de Sidney Lumet, un policía íntegro e incorruptible, quien entrega su vida para cumplir la ley, mientras que el personaje de Keitel utiliza su poder sólo para beneficiarse.

El oficial se convierte en un interesante antihéroe, se desdobla y flagela sistemáticamente. Está desnudo en cuerpo y alma, y traspasa todos los límites de la ética policial.

El caso de violación a una religiosa será el punto de quiebre que utiliza el teniente para salir de aquel oscuro túnel en el que se encuentra. Imprescindible obra maestra de Abel Ferrara.

Por Andrés Forcelledo Parada.-

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