Entonces, ¿de quién y para quién son los ahorros?

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Recibí una atenta carta de la AFP con una declaración pública de la misma, en la cual se califica como “un error histórico” el eventual retiro del 10% por parte de los afiliados. Esta expresión contiene una doble sanción. Presente, tras la reciente decisión parlamentaria y futura, si decidiera realizar el retiro. Luego, los responsables del supuesto error son los afiliados y no el sistema. Una tradicional estratagema discursiva: transferir el problema.

Por otra parte, me parece que la administradora de fondos de pensión actúa con varios supuestos que es preciso explicitar. Primero, que en el contexto actual que transitamos se pueda valorar como genuina su preocupación, considerando el conveniente silencio de hace algunos meses con ocasión de la pérdida de fondos. Pero claro, en ese caso aparentemente no se trataba de un error, sino de una simple consecuencia de la economía. ¡Pésima suerte! Segundo, que además de administrar le asiste el rol de opinar sobre las decisiones, políticas o personales. Esta intromisión da cuenta de la irregular relación con los fondos.

Pero la carta continúa con el análisis al señalar que la medida “no busca ayudar a las personas necesitadas, si no destruir el sistema previsional sin importar el costo que eso signifique para las personas y para el país”. Buen punto. Efectivamente de lo que se trata es de cambiar el sistema previsional, pero esto no se logra retirando un 10%, aunque es un paso. El costo perjudicial para las personas existe en el actual sistema y no sólo por la pérdida del ahorro, sino también por la brecha que genera, produciendo “personas necesitadas”, como es el caso de quienes actualmente reciben las pensiones.

Finalmente, en su carta la administradora señala que estamos frente a “un dilema que polariza a la sociedad ante una definición trascendental como la de disponer del ahorro previsional para un fin diferente al definido”. No obstante, la sociedad ya está polarizada y precisamente por las desigualdades que el sistema produce al administrar la precariedad de una parte importante de la sociedad, sin importarle garantizar las condiciones mínimas de dignidad. Para estos casos la AFP simplemente administra, pero para discusiones como la actual opina, discute y propone. Sobre los fines del ahorro, no se trata de una “definición trascendental”, sino de un momento trascendental.

El fin definido en la ley que buscaba la privatización de las funciones del estado no puede seguir siendo el mismo, porque el modelo de privatización demostró que es nefasto -a diferencia de lo que sostuvo Milton Friedman en marzo de 1975 en su discurso en el edificio Diego Portales. Si el modelo privatizador ha fracasado, los fines que orientaban su legislación deben cambiar.

En otras palabras, a esta legislación le falta calle, sentido común, empatía y realismo. El retiro del 10% sólo tiene sentido si es un paso para avanzar en la transformación completa del actual sistema.